Se dice que corría el año 1937, y en un pueblo de la provincia de Pontevedra (Galicia), había una bella doncella limpiando el castillo de su señor. Estaban en tiempos de la guerra civil y eran momentos difíciles.
No muy lejos de allí, en frente de Cesantes, estaba la isla de San Simón, donde se había edificado una pequeña cárcel donde llevaban a los rojos de aquellos tiempos.
Don Rodrigo, hombre de clase media, había sido encarcelado recientemente al juzgarle como ordenante de una revuelta que había habido pocos días antes.
La doncella Margarita, la cual estaba enamorada de Don Rodrigo, al enterarse de la noticia echó a llorar desconsoladamente. Ese mismo día, al finalizar su jornada en el castillo de su señor, se dirigió a ver a su prima María del Carmen, quien trabajaba como cocinera en una taberna de cesantes ayudando a su esposo.
Margarita llegó totalmente destrozada a ver a su prima, tras una larga charla las dos primas idearon un plan, el cual llevarían a cabo en pocos días, y cuya finalidad era la de liberar a Don Rodrigo.
María del Carmen, debía tener el consentimiento de su marido, al cual le había dicho que era una buena idea celebrar una fiesta en su taberna para recaudar algo más de dinero para poder pagar algunas de las deudas que tenía la familia. Lo cierto es que le costó poco convencer a su marido, y habiendo conseguido eso, las primas se pusieron manos a la obra.
Colgaron panfletos cerca de los puestos militares, era como una fiesta privada y exclusiva para militares y altos cargos, donde habría también mujeres para aternder a sus necesidades. Todo ello excitó mucho más a los militares pues les gustaba sentirse superiores, y al ser una fiesta exclusiva para ellos y con mujeres, seguro que no faltaría ninguno.
Llegó el momento esperado, Maria del Carmen y Margarita esperaron a que todos los guardias estuviesen allí para salir. Empezaron a andar por aquella ensenada que conducía a la cárcel, al estar cerca, Margarita se escondió entre algunos matorrales y su prima continuó hasta llegar a la puerta, donde le costó muy poco seducir a un guardia para que le guiase por la cárcel pues tenía mucho interés en verla. Mientras el guardia le iba explicando la estructura y detalles de aquella cárcel, Margarita ya se había infiltrado en la cárcel, y había encontrado la celda en la que se encontraba su amor, no tardó en encontrarse con su prima la cual le había
robado las llaves al guardia para liberar a Rodrigo.
Una vez fuera, ya los tres empezaron a correr por aquella ensenada pues en pocos minutos empezaría a subir la marea. El guardia dio el toque de alarma y los militares al oírlo corrieron a coger sus barcas hasta la cárcel. Eran sobre las 11:30, y la noche estaba cerrada, los militares que estaban bastante ebrios, empezaron a hacer el tonto en los botes, la marea empezó a subir y uno a uno fueron cayéndose al mar sin poder salir a flote y perdiendo de este modo sus vidas.
A la mañana siguiente cuando volvió a bajar la marea, encontraron todos los cuerpos sin vida de aquellos militares. Para entonces Margarita y su querido Don Rodrigo estaban ya lejos de Galicia, con rumbo a Francia.
Finalmente y con ayuda de amigos de Rodrigo, encontraron una casa, se casaron, tuvieron hijos y hoy en día viven felizmente en Toulouse.
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